La peor pandemia

26 de marzo de 2020


En la entrada anterior manifestaba mis dudas sobre el futuro de la Unión Europea por algo tan simple pero a la vez tan profundo como la pérdida de los valores -cristianos- desde los que surgió. Y me refería entonces a la reconciliación y a la solidaridad.

Estos días hemos visto como la crisis del coronavirus ha hecho saltar por los aires otra vez alguno de esos valores, han vuelto a aparecer no solo las fronteras de la Unión sino las fronteras en la Unión, y la imposibilidad de dar una respuesta unitaria y solidaria al problema.

Pero hoy deseo referirme a otro valor cuya pérdida está causando unos estragos que -sin querer ser alarmista- considero mayores que los de una pandemia. Me refiero al valor de la verdad.

Europa (versión original)

5 de marzo de 2020

En la entrada anterior manifestaba mis dudas sobre el futuro de la Unión Europea: un proyecto que considero a la deriva por falta de liderazgos y por haber perdido el espíritu que lo hizo nacer. Y me comprometía a escribir precisamente sobre eso: los planteamientos cristianos sobre los que surgió la idea de una Europa unida.

Hace tan solo unos días (el 20 y 21 de febrero) tuvo lugar en Bruselas un Consejo Extraordinario en el que los Jefes de Estado y de Gobierno de los 27 se reunieron para debatir sobre el “Marco Financiero Plurianual 2021-2027”, o sea: el presupuesto a largo plazo de la UE.

Después de más de 24 horas de debate, de encuentros por bloques de países y encuentros bilaterales, de horas sin dormir, nuestros políticos no llegaron a ninguna conclusión, y se levantaron sin alcanzar el más mínimo acercamiento.