El pasado miércoles día 10, el Ministerio de Sanidad hacía pública una nueva revisión del documento titulado “Recomendaciones sobre el uso de mascarillas en la comunidad en el contexto de COVID-19”.
En su elaboración han participado un buen número de instituciones públicas y privadas como el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (Ministerio de Sanidad); la Sociedad de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene; el Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales; etc.
En ese documento se da una detallada explicación sobre la conveniencia (obligatoriedad ahora) del uso de esta prenda que ya ha entrado en nuestra realidad cotidiana. El documento se publicó inicialmente el 18 de abril, y se ha ido actualizando a medida que avanzaba la pandemia, hasta esa tercera revisión de fecha 10 de junio.
En él, entre otras cosas, se afirma categóricamente lo siguiente:
- “No hay mejor mascarilla que mantener dos metros de distancia entre las personas” (punto 3).
- “En población general asintomática sana, diferentes organismos internacionales (ver anexo 3), proponen la posibilidad de utilizar mascarillas higiénicas. Se recomienda su uso cuando no se pueda mantener una distancia de seguridad interpersonal de al menos 2 metros en espacios cerrados abiertos al público, en espacios al aire libre o en la vía pública” (punto 4).
- “En población que pertenezca a un grupo vulnerable para COVID-19 (personas mayores, personas con patologías crónicas y embarazadas), se recomienda el uso de mascarillas higiénicas o quirúrgicas, cuando no se pueda mantener una distancia de seguridad interpersonal de al menos 2 metros en espacios cerrados abiertos al público, en espacios al aire libre o en la vía pública” (punto 4).
- “Cuando no se pueda mantener una distancia de seguridad interpersonal de al menos 2 metros en espacios cerrados abiertos al público, en espacios al aire libre o en la vía pública, se usará la mascarilla de manera obligatoria. Su uso es también obligatorio en el transporte público” (Anexo IX. Resumen).
Parece claro pues cuál es el mensaje “científico”…: ¡DOS metros de distancia entre personas!
Por eso, si no estuviéramos hablando del número de víctimas y de familias españolas que se han visto afectadas por el Covid-19, parecería pitorreo que ese mismo día 10 de junio el BOE publique el Decreto del Gobierno “de medidas urgentes de prevención, contención y coordinación para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19” (Real Decreto-ley 21/2020), y que su artículo 6 diga textualmente lo siguiente:
Artículo 6. Uso obligatorio de mascarillas.
1. Las personas de seis años en adelante quedan obligadas al uso de mascarillas en los siguientes supuestos:
a) En la vía pública, en espacios al aire libre y en cualquier espacio cerrado de uso público o que se encuentre abierto al público, siempre que no resulte posible garantizar el mantenimiento de una distancia de seguridad interpersonal de, al menos, 1,5 metros.
Como ya he escrito en esta misma cabecera, pienso que nos asola una pandemia peor que el Covid-19, y es la falta de liderazgo y de amor -o por lo menos respeto- a la verdad.
Qué falsas resultan las huecas palabras repetidas una y otra vez por nuestros políticos de uno y otro lado diciendo que lo único que les ha movido en este tiempo es salvaguardar la salud de los españoles, y que por eso en todo momento se han seguido criterios estrictamente científicos.
No soy científico y desconozco cuál es la distancia de seguridad. Pero cuando para conseguir el apoyo de 10 Diputados más para la aprobación de un Decreto-ley dos partidos pactan reducir de 2 a 1,5 metros la distancia mínima entre personas, el criterio científico me parece que brilla por su ausencia. Y el portavoz adjunto de Cs en el Congreso no ha tenido el menor reparo en reconocerlo.
Considero lamentable el espectáculo de la clase política en los últimos meses y confío que como sociedad civil les sepamos pasar factura. Aunque quizás para eso antes tengamos que encontrar nuevos líderes y también comprometernos cada uno personalmente un poco más.
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