Ese discurso, pronunciado en París en 1950, se
considera el comienzo de lo que hoy es la Unión Europea. En él Robert Schuman proponía
la creación de una Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA).
Setenta años después de ese germen, el proyecto
europeo, que ha avanzando con muchas dificultades y algún que otro descalabro
(basta pensar en el reciente Brexit aún sin “digerir” económicamente), se
encuentra ante una encrucijada que puede determinar su propia subsistencia.
De la respuesta que seamos capaces de dar al reto
de la reconstrucción económica tras la crisis del COVID-19 va a depender el
futuro de este magnífico proyecto. Y he utilizado las palabras de forma muy
consciente. Me parece que los españoles -empezando por todos nuestros políticos-
tenemos cierta tendencia a hablar de la respuesta que “tendría que dar Europa”...
Como si esa respuesta estuviera en manos de unas “estructuras” informes que
determinan nuestro futuro, dominadas por unos insolidarios países del norte, y
donde nosotros no tenemos nada que decir.
Siempre he sido europeísta, y me parece que ahora
más que nunca es necesario profundizar en el proyecto europeo, un proyecto
inspirado en el valor de la solidaridad entre los pueblos.
Pero la solidaridad es un comportamiento que
deberíamos practicar siempre, y no solo acordarnos de Santa Bárbara cuando
truena.
A este respecto me gustaría dar algunos datos de
los que quizá a diario no somos conscientes, pero que a cualquier europeo que
nos visita le llama necesariamente la atención:
- España es el país con más kilómetros de autopistas de toda la Unión Europea,
15444 km: casi 2500 km más que Alemania y casi 4000 más que Francia, segundo y
tercero respectivamente.
- España es también el país con más kilómetros de vías de tren de alta velocidad en Europa.
Con lo construido más lo ya aprobado 2852 km: 1022 más que Francia y 2038 más
que Alemania, segundo y tercero respectivamente.
- Por no hablar de infraestructuras aeroportuarias.
La lista de aeropuertos con menos de 20.000 pasajeros en 2019 (¡menos de 55
pasajeros/día!) es la siguiente:
Logroño, Salamanca, Burgos, Córdoba, Sabadell, Son Bonet, Cuatro Vientos,
Albacete y Huesca. Nueve aeropuertos más los que se han conseguido vender con
pérdidas como el de Ciudad Real.
Gran parte de la “culpa” de todas esas
infraestructuras la tiene la solidaridad europea, pues han sido cofinanciadas
en porcentajes superiores al 50% por Fondos Europeos. Además, nuestra balanza fiscal con la Unión es muy
favorable a España (casi 90000 millones de Euros desde nuestra incorporación).
En las épocas de crisis los Estados deben ayudar especialmente
a sus ciudadanos, y en un contexto como el europeo, esa ayuda debería también
llegar desde las autoridades comunitarias a los países que peor lo están
pasando.
Pero a la solidaridad debe responderse –como a
todo- con responsabilidad. No podemos pretender ser la cigarra de la fábula,
que no almacenaba en verano porque se dedicaba a disfrutar, y pretendía comer
“de gorra” en invierno…
¿A qué me estoy refiriendo? A que en las duras
tenemos todo el derecho a pedir, pero en las maduras deberíamos ser conscientes
también de nuestra obligación de ahorrar.
En 2008, la Deuda Pública sobre el PIB de algunos
países europeos era: Alemania: 64,9%; Irlanda: 42,4%; Holanda: 54,5%; España:
39,4%. La menor: ¡la española!
En 2010, después de la crisis financiera y el
lógico aumento del gasto público, estos indicadores aumentaron en todos los
países: Alemania: 78,3%; Irlanda: 109,6%; Holanda: 61,7%; España: 69,5%.
Pero en 2019 todos habíamos tenido tiempo de
recuperarnos, y sin embargo…: Alemania: 59,8%; Irlanda: 58,8%; Holanda: 48,6%;
España: 95,5%. Treinta y cinco puntos más que Alemania, cuando partíamos de una
situación más holgada antes de la crisis de 2008.
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